La que me habita de Gio Burgos Arenas transcurre en el irreversible transitar de una búsqueda incesante en un territorio poético que le permite a la autora, renacer en el día a día, en los recuerdos y sus deseos.

Es así, como la obra refleja su frontera y su clara existencia en un tiempo determinado, y es que la poetisa venezolana juega con la oscuridad y la esperanza de un corazón roto que, en lugar de debilitarse, late cada vez con más fuerza entre la incertidumbre y la tristeza de permanecer en un espacio devenido en un presente completamente desconocido, inexorablemente transfigurado.  

La autora de La que me habita profundiza en la crudeza de la búsqueda y el encuentro, mientras se resguarda en las complejidades del alma. Cada poema se convierte en eco de su experiencia transparente y vulnerable, desplegada con tal fortaleza y entereza, que brinda la estructura que necesita un texto poético para sostenerse en la honestidad de quien lee, interpreta y, de alguna u otra manera, se identifica.

Por esta razón, entre las páginas de este poemario no hay inconsistencias o cuerdas flojas, cualquier sensación de ambigüedad nace de la certeza y la posibilidad de encontrarse en la luz y la sombra que desborda la visceralidad de la autora.